El sábado 23 de febrero de 2019, la Luna estaba en gibosa menguante con una edad de 19 días y una iluminación del 79%. Salió tarde, como corresponde cuando está menguando, lo cual me permitió estar un rato haciendo cielo profundo, ya que la noche estaba despejada, sin viento y no hacía mucho frío.
De hecho, antes de hacer la foto sobre la que va este artículo, me centré en cuatro objetos de cielo profundo a los cuales les hice unas fotografías: dos cúmulos abiertos, M44 (el Pesebre) en Cáncer y M35 en Géminis, unas nebulosas de reflexión en Orión (M78 y las NGC 2071, 2064 y 2067) y, finalmente y ya con Luna, las galaxias espirales M95 y M96 en Leo, Luna que me deslumbró bastante estas dos galaxias.
Después de hacer estas dos galaxias de Leo, le hice una única fotografía a la Luna con el mismo equipo utilizado para las de cielo profundo, un telescopio reflector Skywatcher 200/1000 y una cámara Canon EOS 550D. El resultado es la fotografía de la izquierda.
Con esta edad, el terminador se corresponde con la Luna de cuatro días, pero también se pueden observar con detalle los cráteres correspondientes al quinto y sexto día.
También con esta edad de 19 días, podemos contemplar casi todos los «mares» de nuestro satélite y los tres cráteres más emblemáticos y famosos de la Luna: Plato, Copernicus y Tycho.
Si bien no se observan con todos sus detalles debido al exceso de iluminación, lo que sí se aprecian bien son los sistemas de rayos de Copernicus y Tycho.
También se ve ese extraño y luminoso cráter occidental de la Luna, Aristarchus y el también occidental (más que Aristarchus, casi en el límite de la cara visible), pero oscuro Grimaldi
En la imagen de la derecha, que es la misma que la anterior, he indicado los principales cráteres que se pueden observar, así como los mares.