Los meteoroides son pequeños cuerpos menores de un diámetro entre 100 μm (0,1 mm) y 50 m, límite para diferenciarlos de los asteroides. La mayoría son fragmentos de asteroides y cometas, pero también pueden ser restos de satélites o planetas que han salido por el impacto con otros cuerpos.
Los meteoroides orbitan alrededor del Sol en muchas y diferentes órbitas y velocidades. Cuando entran en la atmósfera de la Tierra, ésta los calienta y brillan, hecho que hace que los veamos. Este rayo de luz se conoce como meteoro, popularmente como estrella fugaz.
En la fotografía de la izquierda, realizada desde Sant Joan de les Abadesses el día 2 de marzo de 2012 con una cámara Canon EOS 30D y un objetivo Sigma 17-70, se puede observar una estrella fugaz o meteoro.
La mayoría de meteoros se queman antes de llegar a la superficie terrestre, pero algunos no llegan a quemarse del todo y restos del meteoro impactan sobre la superficie; entonces se llaman meteoritos. Más de 100 meteoritos al año impactan sobre la Tierra, pero por suerte la mayoría son muy pequeños.
Los cometas van dejando restos en su órbita, especialmente al acercarse al Sol. Cuando la Tierra atraviesa la órbita de un cometa con restos del mismo, se produce lo que se denomina lluvia de meteoros, popularmente lluvia de estrellas, que no son más que estos restos de cometas que entran en contacto con la atmósfera terrestre.
Estas lluvias de estrellas, que se producen por las mismas fechas cada año, parece que salgan de un lugar en concreto del cielo, llamado radiante; las lluvias de estrellas se denominan por la constelación de la zona del cielo que parece que salgan, del radiante. Así, la lluvia de estrellas más famosa de todas se produce por mediados de agosto y son las Perseidas (las famosas lágrimas de San Lorenzo), pues parece que salgan de la constelación de Perseo.
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