Como durante toda la historia de la humanidad las formas de las constelaciones no han cambiado, durante mucho tiempo se ha pensado que las estrellas que formaban parte de una misma constelación estaban relacionadas entre sí, estaban cerca las unas de las otras.
Pero la forma de cada constelación es debida a un efecto de perspectiva por la proyección de las estrellas, vistas desde la Tierra, sobre la esfera celeste; esto hace que, para nosotros, las estrellas que forman parte de una misma constelación nos haga parecer que están cerca entre ellas, pero no quiere decir que sea así realmente; de hecho, en la mayoría de ocasiones, las estrellas que la forman no tienen nada que ver entre ellas y están alejadas las unas de las otras.
La figura siguiente muestra este efecto en la constelación de Orión. En ella puede verse que las estrellas de la constelación están alejadas entre ellas y que las distancias a la Tierra son diferentes.

Desde la Tierra, un observador ve la constelación de Orión como la conocemos. Pero si el observador se pusiera en un punto alejado de la Tierra, la constelación aparecería de forma diferente.
Para la humanidad, desde siempre, o al menos desde que está documentado, las constelaciones siempre han tenido la misma forma, pero esto no ha sido siempre así y ni lo será. Las estrellas se mueven a lo largo del tiempo, pero a escala humana es inapreciable, y esto hace que la forma en que se ve una constelación desde la Tierra vaya cambiando con el tiempo.
La figura siguiente muestra el cambio del Gran Carro, el famoso asterismo de la Osa Mayor, en 200000 años.