El cielo de verano del hemisferio norte, si nos vamos a una zona oscura libre de las luces urbanas, es espectacular por la multitud de estrellas que podemos ver. La Vía Láctea cruza el firmamento formando un arco desde Casiopea hasta Sagitario y en toda esta franja de la Vía Láctea, la densidad de estrellas es tan alta que, si no conocemos un poco el cielo, nos perdemos, se hace difícil distinguir las constelaciones.
Para empezar a aprender el cielo las zonas urbanas van mejor, ya que las estrellas que forman los asterismos de las diferentes constelaciones se distinguen perfectamente. De hecho, acostumbran a ser las pocas estrellas que se ven en estos cielos.
De todas maneras hay tres estrellas que destacan entre las demás en las noches de verano del hemisferio norte, tres estrellas que son las más brillantes de tres constelaciones diferentes y que forman un asterismo que preside las noches estivales. Estas estrellas son Deneb (α Cyg) del Cisne, Altair (α Aql) del Águila y Vega (α Lyr) de la Lira y forman el asterismo el Triángulo de verano, donde las tres estrellas serían los vértices de dicho triángulo.
La imagen siguiente, realizada desde Querol el día 29 de junio de 2019 con una cámara Canon EOS 70D y un objetivo Canon 15-85 (todas las imágenes del presente artículo están hechas el mismo día, desde el mismo lugar y con el mismo equipo), es de este asterismo de verano.

Deneb proviene del árabe dhaneb, que significa cola, ya que está situada en la cola del Cisne. Con una magnitud visual de 1,25, es la 19ª estrella más brillante del cielo. Es una estrella blanco-azulada de tipo espectral A2 situada a unos 1400 años luz de distancia de nosotros, aunque hay un poco de controversia en dicha distancia. Deneb es enorme, es una supergigante blanca unas 200 veces mayor que el Sol. En el otro lado del Cisne, en su cabeza, está la estrella Albireo, una preciosa estrella doble que puede desdoblarse con telescopios no muy potentes (incluso con unos prismáticos). En el Cisne también están las nebulosas de emisión, la nebulosa Norteamérica, la nebulosa Pelícano la nebulosa del Capullo, la nebulosa Creciente, la nebulosa del Tulipán, la impresionante nebulosa Gamma Cygni, el complejo de nebulosas NGC 6914, el remanente de supernova conocido como la nebulosa del Velo o el cúmulo abierto M39, entre otros objetos de cielo profundo, de los cuales, unos cuantos están en la zona de Deneb-Sadr.
Altair, cuyo nombre proviene también del árabe, es una estrella blanca de tipo espectral A. Tiene una magnitud visual de 0,77, lo que la hace la 13ª estrella más brillante del cielo. Es unas cuatro veces mayor que el Sol y su distancia a éste es de unos 17 años luz. Es una estrella doble, si bien su otro componente es de magnitud aparente de 10.
Vega, con una magnitud aparente de 0,03, es la 5ª estrella más brillante del cielo. Es también una estrella blanca de tipo espectral A0, con un tamaño casi el triple que el del Sol y está a una distancia de unos 25 años luz de nosotros. Muy «cerquita» de Vega, a poco más de 1,5º al noreste de ésta, hay una estrella cuádruple, Epsilon Lyrae (ε Lyr), conocida como la doble-doble. Con pocos aumentos, incluso con unos prismáticos, podemos ver dos componentes, pero a más aumentos puede apreciarse que cada uno de estos dos componentes están formados por dos estrellas, de ahí que se le conozca como la doble-doble. En la Lira se encuentra la famosa nebulosa planetaria la nebulosa del Anillo (M57).
Además del Cisne, la Lira y el Águila, en el cielo de verano del hemisferio norte encontramos otras constelaciones. Entre el Cisne y el Águila hay cuatro pequeñas y escurridizas constelaciones: Zorrilla (Vulpecula), Sagitta (estas dos están dentro del Triángulo de verano), Delfín y Caballito (Equuleus), limitando ésta con las constelaciones de otoño Pegaso y Acuario. En la constelación de la Zorrilla está la nebulosa planetaria la nebulosa Dumbbell (M27) y la nebulosa de emisión NGC 6820.
El Cisne, por su parte trasera, limita también con Pegaso y la también constelación de otoño Lagarto y con las circumpolares Cefeo y Dragón En la imagen siguiente podemos ver todas estas constelaciones.

En cuanto a la Lira, su estrella más brillante, Vega, apunta a Hércules, una enorme constelación estival con estrellas no muy brillantes, pero famosa por contener el Gran Cúmulo de Hércules (M13), el mayor cúmulo globular del hemisferio norte. Además, en Hércules hay otro importante cúmulo globular: M92. Hacia el oeste de Hércules están las constelaciones de primavera Corona Boreal y Boyero y hacia el norte la constelación circumpolar del Dragón.
En las imágenes siguientes vemos como Vega nos conduce a Hércules y las constelaciones del entorno de éste.


Entre el Águila y Hércules y al sur de ambas, nos encontramos con tres constelaciones de verano: Escudo, Ofiuco y la Serpiente. El Escudo no es una constelación muy grande que además está en plena Vía Láctea, lo cual la hace difícil de ver. Ofiuco es una enorme constelación y que también es conocido por Serpentario. Era la 13ª constelación del Zodíaco, hasta que los babilonios establecieron como 12 el número de estas constelaciones. En Serpens (la Serpiente), está la famosa nebulosa de emisión la nebulosa del Águila (M16).
Mitológicamente Ofiuco se corresponde con el dios griego Asclepio (Esculapio para los romanos), el dios de la medicina, el cual sostiene una enorme serpiente. Esta otra constelación, la Serpiente, es la única constelación que está dividida en dos: Ofiuco tiene cogida con la mano derecha la parte de la cola de la serpiente, es la Serpiente Cola o Serpens Cauda, mientras que con la mano izquierda tiene cogida la parte de la cabeza del reptil, es la Serpiente Cabeza o Serpens Caput.
En la imagen siguiente podemos ver estas tres constelaciones veraniegas, donde se puede ver la partición de la Serpiente en dos y en medio Ofiuco. También aparecen Saturno y Júpiter, que esos días estaban por la zona.

Al sur-suroeste de Ofiuco nos encontramos con la constelaciones veraniegas y del Zodíaco Escorpión y Libra y hacia el sur del Escudo con la también constelación del Zodíaco Sagitario.


Esta zona, Escudo-Sagitario-Escorpión-Ofiuco, es una zona muy rica en nebulosas y cúmulos estelares. Hay una alta densidad de estrellas y la Vía Láctea está en esta zona espectacular. De hecho, el centro de nuestra galaxia está en dirección a Sagitario.
Entre otras nebulosas, en Sagitario están la nebulosa Omega, la nebulosa de la Laguna, la nebulosa Trífida, las de la zona de IC 1284 o las de la zona IC 4685. En Sagitario también está el espectacular cúmulo globular M22, el también cúmulo globular NGC 6544 («cerca» de la nebulosa de la Laguna) y, «cerca» de la Trífida, el cúmulo abierto M21 En el Escorpión, entre otros objetos de cielo profundo está el bonito cúmulo globular M4, «muy cerca» de la estrella más brillante de esta constelación, Antares (α Sco), una supergigante roja de tipo espectral M que se encuentra a unos 550 años luz de distancia de nosotros.
Al oeste de Libra nos encontramos con las constelaciones de primavera (Virgo) y al este de Sagitario con la también constelación del Zodíaco Capricornio. De ésta nos vamos de nuevo a las constelaciones de otoño por el este (Acuario) y por el norte volvemos de nuevo a la estival Águila.

En la imagen siguiente, realizada a partir del Stellarium, pueden verse las figuras que representan las constelaciones estivales.

Pero como comentaba al inicio de este artículo, lo más espectacular del cielo de verano del hemisferio norte es observar la Vía Láctea, eso sí, alejado lo más posible de las luces urbanas de las poblaciones. Aunque no se tengan conocimientos de astronomía o del cielo, el espectáculo es igual de impresionante. La infinidad de estrellas que se ven, junto con todo ese «camino lechoso» que surca la bóveda celeste formando un arco desde Casiopea pasando por Cefeo y el Lagarto


siguiendo por el Cisne, la Zorrilla, Sagitta y el Águila


y acabando en el Escudo y Sagitario

es una maravilla. Eso sí, no la veremos como en las fotografías. Éstas son de larga exposición, en concreto de 3 minutos. El sensor de la cámara recibe y acumula la luz recibida durante tres minutos, cosa que nuestros ojos no lo pueden hacer. Pero aún así, para aquellos que somos urbanitas, merece la pena de vez en cuando, escaparse a un cielo oscuro y dejarse ir contemplando la Vía Láctea y el cielo en general.
El triángulo de verano es de lo poco que identifico en el cielo de verano. A ver si con tus explicaciones amplío mis conocimientos 🙂
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Me alegra que lo que cuento sirva para entender un poquito más esta antigua y apasionada ciencia. Un saludo
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Bien explicado. Y además las fotofrafías ilustran la comprensión. Ayudan, ayudan.
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Muchas gracias. Me alegro que te guste y que te haya ayudado. Un saludo
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